No, no pienso escribir una nota bromista sobre mi primer viaje a China
No pienso pues extasiarme ante las maravillas de la Ciudad Prohibida o del Palacio de Verano, ni ante el tipismo de los huttongs, o la ensalada de medusas o el pincho moruno de saltamontes a la brasa. Tampoco hablaré del sentimiento de extrañeza que se siente al contemplar el horizonte en la lejanía, desde lo alto de la Gran Muralla ni me deleitaré describiendo la destreza de las masajistas de salón. Y eso sí, os ahorraré la lección sobre el extraordinario dinamismo de la nación china, en continua mutación.
Lo cierto es que al llegar a Pekín tuve la sensación de penetrar en una civilización tan rica y compleja que todo lo que podría decir sobre ella sonaría a tópico.
Y puesto que el motivo de mi visita era presentar, por invitación de Unifrance, la película Copacabana en Pekín, Schenzen y Cantón, prefiero comentar las reacciones que suscitó la obra por parte del público chino, convencido de que el humor estriba en la connivencia entre culturas. Mucho me temía que mi comedia no dijera gran cosa a nadie y que, a lo sumo, cosechara la cortesía de unos cuantos aplausos. De qué manera el personaje de Babou – excéntrico, reconcentrado y, por si fuera poco, ajeno a su responsabilidad familiar -, ¿cómo, realmente, podría el personaje entroncar con los valores tradicionales que yo atribuía al país? Pues bien, para empezar pude comprobar complacido que las salas se llenaban a tope cada vez. Sin duda ello se debe sobre todo a la afición de los chinos por la cultura francesa y, de manera más general, por la cultura europea. Luego, escondido en un rincón de la sala, a juzgar por las carcajadas del público pude comprobar que la película tocaba diana, lo que desbarataba totalmente mis prejuicios sobre el peso de la tradición en Asia. Prueba de ello también, las preguntas atinadísimas que se nos hicieron durante el debate y que demostraban hasta qué punto habían captado finamente y con empatía el personaje de Babou, considerada como una heroína: ¿durante el tiempo de Copacabana, Isabelle Huppert se habría acaso transformado en mujer china?