En esta colección de entrevistas titulada «Seguimos en contacto», cineastas, actrices y actores franceses, todos confinados estos días, han charlado con una serie de periodistas de cine extranjeros, para quienes el cine francés sigue siendo una mirada y una forma de expresión que abre horizontes.
En esta nueva entrega realizada a distancia, Unifrance ha querido poner en contacto al director Claude Lelouch con la periodista belga Fabienne Bradfer que escribe para el diario Le Soir.
Fabienne Bradfer: ¿Cómo está viviendo estos momentos tan especiales?
Claude Lelouch: Antes del confinamiento, llegaba el fin de semana y no paraba. Pero ahora, ¡tengo la impresión de estar de vacaciones por primera vez en mi vida! ¡Siete semanas! Soy un hombre de acción, nunca he parado de hacer cosas. Hago película tras película, y como soy feliz así, para mí, rodar una película es como estar de vacaciones. ¡Ahora entiendo porque a la gente le gusta coger vacaciones! Estoy aprovechando para trabajar sobre la película que voy a rodar en el próximo mes de septiembre, la estoy actualizando. Como transcurre en el 2020, tengo que incluir todo lo que ha ocurrido. Esta situación me ha facilitado poder revisar el guión e incluir estos eventos increíbles que estamos viviendo. Como el mayor guionista del mundo es la vida misma, este guionista nos ha demostrado, una vez más, que no le teme a nada. Estoy intentando adaptar esta historia, «El amor es mejor que la vida», a los tiempos que estamos viviendo.
En un contexto de distanciación, ¿cómo consigue reinventar este amor?
Pues creo que vamos a estar más cerca que nunca. El amor se había convertido en una costumbre, ahora va a ser un evento. Vamos a descubrir todas las pequeñas cosas de la vida, todo lo que nos parecía normal. Vamos a descubrir la sensación de hacer las cosas por primera vez. Para todos aquellos que van a escapar a este virus, será como si volvieran a inventar el mundo y pudieran ir a lo esencial de la vida. Hasta ahora, el lujo y las apariencias era lo que más importancia tenía. Ahora, vamos a darnos cuenta de que la felicidad es gratis y el lujo es caro. El lujo de los que quieren aparentar ha transformado el mundo en el que vivimos. El ego, el poder, todo ello hacía que no pudiéramos apreciar el valor de un apretón de manos, de un beso, de tomar una copa… De ir al cine, aunque fuera a ver algo mediocre. Vamos a volver a descubrir lo que se había convertido en la normalidad y que no hacíamos más que criticar. Antes, solo había críticos profesionales, pero ahora, con las redes sociales, son siete mil millones. Es una profesión hoy en día con una competencia enorme. Vamos a volver a descubrir las puestas de sol, los paseos por la playa, el día, la noche. Me parece algo fantástico.
¿Cómo se imaginaría Un hombre y una mujer en el contexto actual de distanciación al que estamos obligados?
Como en todo, hay que arriesgarse, sobre todo en el amor. Ahí, el riesgo es mucho mayor. ¡Las relaciones sentimentales y el virus compiten en un partido! Pero en el amor, lo que cuenta son las demostraciones de amor. Los que sean capaces de quitarse la máscara para dejar paso al amor, saldrán ganando. Hay que arriesgarse. Antes existieron las enfermedades venéreas, el sida y ahora, este virus. El amor ha sido siempre un deporte peligroso.
¿Ve el periodo de después del coronavirus como algo positivo?
Completamente. Siempre he creído en el lado bueno de los imprevistos, que es el título de la película que iba a estrenar este verano. Creo que lo peor nunca es del todo decepcionante. Que los problemas estimulan la imaginación, que son las grandes catástrofes las que han hecho avanzar el mundo. Las catástrofes se convierten a menudo en inventos, lo cual es algo maravilloso. Estamos demasiado apegados a nuestros hábitos, y los hábitos son como el cáncer de la vida. Cuando llegan las catástrofes, el mundo toma las decisiones que le hacen cambiar. La postguerra es una época formidable. Cada vez que el siglo cumple veinte años, nos toca un año de locura. En realidad, llevo dos años trabajando en este proyecto, ya que sabía que el 2020 iba a ser una locura de año, pero no hasta este punto. Este virus parece un demonio, pero en realidad nos está dando una patada en el culo. Quiero pensar que es una gran oportunidad para la humanidad. De repente, siete mil millones de personas tienen el mismo problema. De repente, todos hablamos el mismo idioma. Es la primera vez que los gobiernos comprenden una serie de cosas que se negaban a comprender. De repente, el capitalismo sufre un golpe equivalente al de la Gran Depresión de 1929. El valor del dinero ha cambiado. Es una gran revolución, sin guerra mundial y sus millones de muertos. En definitiva, llegaremos quizás a más de 500 000 muertos, que es enorme, pero para los que se van a librar, va a suponer una gran oportunidad. Nos hemos convertido en unos consentidos y habíamos dejado de valorar la suerte que teníamos de poder simplemente salir de casa. Ahora, todo el mundo aprecia poder volver a ir al trabajo, poder salir, poder volver a ver a los amigos. Ya que a veces ha sido como una pesadilla vivir así, todos confinados. No volverá a haber nunca tantos divorcios como los habidos con este virus. Ya que la pareja necesita libertad, solo puede existir con ella. Y ahora la hemos privado de libertad. La libertad es nuestro capital n° 1. El presente, también. Es maravilloso vivir con alguien si te puedes alejar regularmente de esa persona y volver a encontrarla después. De momento, estamos viviendo una gran lección de vida.
Muchos artistas se han quedado sin perspectivas a corto plazo. ¿Le preocupa esto?
No. Es cierto que estamos viviendo unos momentos duros, incluso crueles para los artistas, pero van a tener que ser muy creativos en el futuro. Va a haber más creatividad. Si Victor Hugo no escribe sobre la miseria, no habría escrito el libro más bello del mundo, ¿entiende lo que quiero decir? Los artistas se han alimentado de las desgracias del mundo. Zola, Balzac, las canciones más hermosas también… Los artistas se alimentan de la basura humana. Creo que con todo esto que estamos viviendo, los artistas van a realizar obras de arte. Están ahí para sublimar la vida. De hecho, los artistas han dejado más huellas que los políticos. Van Gogh y Mozart son más memorables que los políticos que comenzaron las guerras. Nosotros, los artistas, somos los niños bonitos de Dios. Hoy en día, tenemos la obligación de contar historias increíbles. Y yo, trabajo desde hace sesenta años con el guionista más grande, la vida misma. Nunca habría imaginado que un día acabaría viviendo con una máscara. Estamos viviendo una locura total, que va a ser una fuente de inspiración estupenda para las comedias.
¿Que le gustaría decirle desde aquí a los actores que tanto gustan trabajar con usted?
Pues desde aquí les diría que estoy preparando una gran película coral y que voy a invitar a todos los actores y actrices que han creído en mí desde hace cincuenta años. Algo así como cuando Sacha Guitry realizó Si Versalles pudiera hablar. Voy a tratar de reunir a toda mi gran familia del cine. Un poco en la misma línea que mi película Los Unos y los otros y La aventura es la aventura. El guión es tan serio que hasta da risa.
Pueden leer la entrevista completa en la edición del 27 de mayo del diario Le Soir.