Stéphane Brizé formó parte de la delegación francesa que asistió al 7° Panorama de Cine Francés que se celebró en China en abril. Estas son sus impresiones sobre el viaje.
Stéphane Brizé formó parte de la delegación francesa que asistió al 7° Panorama de Cine Francés que se celebró en China en abril. Estas son sus impresiones sobre el viaje.
Claro que me acuerdo de nuestra llegada al vestíbulo del hotel de Canton, del tamaño de una cancha de fútbol, claro que me acuerdo de la estación de esa misma ciudad, del tamaño de un aeropuerto, claro que me acuerdo de Wuhan, urbe gigantesca e inhumana dividida entre edificios en blanco y negro y barrios enteros levantados por obras de romanos, claro que me acuerdo de ese refugio tranquilo, de esa especie de pueblo del prisionero apartado de la desgarrada urbe de Wuhan donde Mao gustaba venir a descansar y a contar sus muertos y donde nos acogió un coqueto hotelito. Claro que me acuerdo del aeropuerto de Pekín que, en comparación, nuestros aeropuertos de París parecen apeaderos de pueblo. Claro que me acuerdo del interminable gigantismo de la capital china con sus 5 carreteras periféricas. Claro que me acuerdo de nuestra conversación con el director de una cadena de salas de cine de China, asombroso y aterrador compendio de comunismo y capitalismo combinados, con pocas ganas de dar excesiva cabida en sus relucientes salas de cine al cine de autor. Claro que me acuerdo de la ceremonia de apertura del Panorama de Cine Francés de Pekín que resultó ser un auténtico show amenizado por un nutrido cuerpo de señoritas, retransmitido por televisión a varios millones de espectadores que pudieron contemplar cómo le cantábamos el Happy Birthday a Josiane Balasko. Claro que me acuerdo del volcán islandés que nos dejó en tierra durante cinco días en Shanghaï , ocasión que nos sirvió para saborear una prórroga de esos entrañables momentos de amistad entre los miembros de la delegación.
Pero quizás recuerdo aún más las dos horas pasadas en la Academia de Cine de Pekín debatiendo con los estudiantes en compañía de Jia Zhang Ke . Momento privilegiado pasado con un director de tantísimo talento que en todas sus obras escudriña las relaciones entre hombres y mujeres en ese país China de desbordante apetito. Un director que me ayuda a comprender lo que he visto. En una palabra, un director necesario.