El 14 de abril de 1912, el desastre del Titanic, por su impacto popular, ocultadó la muerte ocurrida el 20 de abril, de Bram Stocker, el autor irlandés del famoso "Drácula", la novela fundadora de la literatura fantástica anglosajona del siglo XIX.
Por este recuerdo y por el del Demeter, el navío con destino trágico que acogió a bordo a un desconocido maléfico, que se identifica con el personaje del vampiro en el tiempo.
También en plena época victoriana, en los lugares y escenarios marcados por realidades a menudo misteriosas y a veces sórdidas, donde nos dejamos llevar -como por un hilo indestructible- por las huellas de caminantes curiosos y aventureros.
Así, tres ciudades anglosajonas donde resuenan los ecos de historias sombrías y de relatos extraordinarios, han alimentado la imaginación de los más importantes escritores de este género literario.
La primera de ellas es Whitby, un pequeño puerto del Yorkshire, donde nace el mito de la capa escarlata y, tras los pasos del que la creó, un festival gótico que rinde homenaje al personaje de ficción, cuya presencia se siente en todas las calles de la ciudad.
Dublín, la capital de Irlanda, por su lado, vive del recuerdo y de la gloria de sus famosos escritores: Sheridan Le Fanu, Bram Stoker, Oscar Wilde y William Butler Yeats, en un mundo de leyendas en el que las hadas, los elfos, los gnomos, banhsees y otros fantasmas están por todas partes, invisibles y omnipresentes.
Y en cuanto a Edimburgo, la capital de Escocia, esta se las arregla con una historia y con sucesos sórdidos, terribles acontecimientos que, sublimados en las obras de Walter Scott y de Robert-Louis Stevenson, con la fuerza de las sombras del pasado, dejan a los visitantes en la distancia, en la expectativa de horribles descubrimientos.
Una travesía iniciática en el mundo de la literatura fantástica, por las obras de arte y por las vidas de sus mejores autores.