En esta colección de entrevistas titulada «Seguimos en contacto», cineastas, actrices y actores franceses, todos confinados estos días, han charlado con una serie de periodistas de cine extranjeros, para quienes el cine francés sigue siendo una mirada y una forma de expresión que abre horizontes.
En esta nueva entrega, realizada a distancia, UniFrance ha querido poner en contacto al cineasta Costa Gavras con el periodista español Luis Martinez Lopez, para el diario El Mundo.
Luis Martínez López: ¿Cómo se encuentra? ¿Dónde y cómo está pasando el confinamiento?
Costa Gavras: Me encuentro bien, gracias. Estoy viviendo este confinamiento como un privilegiado que no tiene que compartir 50 m2 con dos o tres o hasta más hijos… Estoy revisitando el pasado, los libros que leí, los archivos conservados, y me deshago de todo aquello que tuvo su momento de necesidad, encanto, e incluso pasión, pero que, ahora, con el tiempo ha perdido su interés.
¿En qué cree que se parece la crisis descrita en su película Comportarse como adultos con la crisis que está provocando la pandemia en Europa?
De momento, son de naturaleza distinta. Pero la crisis sanitaria y humana y la crisis griega, económica y humana, se parecen como hermanas gemelas y serán el mismo tipo de crisis cuando tengamos que afrontar y resolver el enorme problema de deuda que está generando. Es entonces cuando la cohesión y la solidaridad europeas tendrán que actuar como una necesidad absoluta. Las dos crisis tendrán el mismo origen, el económico y humano. Es la situación que describo en mi película, una crisis durante la que cada miembro de la Unión Europea mostró una falta total de interés por el pueblo griego en apuros. Y solo se preocuparon por los intereses de los bancos y de la economía.
Tengo la impresión de que es lo que se está produciendo en la actualidad, frente a una crisis profunda con consecuencias desconocidas, que está golpeando duramente a los más pobres y que amenaza con destruir los logros de nuestra sociedad. ¿De qué hablan los ministros europeos cuando se reúnen? ¿De proteger a los más pobres ? ¡No! Hablan de dinero, y ni siquiera sobre ese tema son capaces de ponerse de acuerdo. Los ricos, siempre protegiendo a los otros ricos.
Y he sabido hoy mismo que en los Países Bajos, que no dejan de dar lecciones de moral a los países del Sur, a quienes llaman PIGS (por las iniciales de cada país) y a quienes tratan como a las cigarras, son en realidad quienes menos trabajan de Europa, y que los holandeses están más endeudados que en España e Italia.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido y herido de todo lo que está ocurriendo?
Lo que no me sorprende pero sí me hiere y me resulta humillante es que, una vez más, son los ciudadanos más pobres los que van a pagar más caro esta catástrofe y que son ellos, otra vez, los que van a seguir sufriendo cuando llegue la crisis económica.
Usted ya ha visto Europa atravesar momentos complicados. ¿Piensa que estamos viviendo actualmente el peor momento del continente, desde la Segunda Guerra Mundial?
Es cierto que los horrores de la Segunda Guerra Mundial son difíciles de superar. Después soñamos con un mundo mejor. Y lo conseguimos, durante algunos años. Pero el fanatismo, el dogmatismo barrieron con todo. Hoy en día, a pesar de los enormes avances tecnológicos e intelectuales, estamos viviendo un regreso vertiginoso de todos los extremismos. Y en especial, del neoliberaslimo.
¿Cómo se imagina el futuro de después de la crisis?
Me lo imagino a veces con melancolía, empezando de nuevo como antes. A menudo me ilusiona soñar con un futuro en el que seamos capaces de superar nuestras propias diferencias y sepamos afrontar con determinación los problemas de la madre-tierra y de los más desfavorecidos, como vosotros, queridos lectores, o como yo mismo, que os escribo.
En España, se están cuestionando actualmente en plena crisis las ayudas a la cultura y el mismo ministro de Cultura considera que la cultura es un bien del que hay que ocuparse, una vez cubiertas otras necesidades. ¿Que le respondería?
He observado que todos los gobiernos conservadores, cuando quieren reducir gastos, suelen empezar reduciendo los presupuestos de cultura. Pienso que todo lo que se refiere al espíritu, a la cultura, aún más en tiempos de crisis, ayuda a la reflexión, a la unión entre hombres y mujeres y a ser más tolerantes. La cultura nos libera de nuestros temores y nos hace mejores personas. Por ello, hay que darle la misma consideración, o incluso más, que a todas las demás necesidades de la sociedad. Debe estar financiada por el estado con el mismo rigor y con mayor entusiasmo.