Cineastas, actrices y actores franceses, todos confinados, han respondido a lo largo de esta colección de entrevistas, que hemos llamado «Seguimos en contacto», a una serie de periodistas de cine extranjeros, para quienes el cine francés sigue siendo una mirada y una forma de expresión que abre horizontes.
En esta entrega, UniFrance ha puesto en contacto a la actriz Ariane Ascaride con la periodista belga Fabienne Bradfer, que trabaja para el diario Le Soir.
Fabienne Bradfer: Ariane Ascaride, ¿en qué ocupa su tiempo a lo largo del día, durante el confinamiento?
Ariane Ascaride: Haciendo de todo un poco. Me cuesta mucho leer, si no es para el trabajo. Ahora me alegro de tener que hacerlo. Al principio del confinamiento, he hecho como todo el mundo, me he puesto a ver cine. Pero al cabo de cierto tiempo, me resulta repetitivo. Tiene que ser muy buen cine para que me quede a verlo. De momento, he visto bastantes películas de Vincente Minnelli, y eso me ha ayudado. También he empezado a escribir. Le he escrito una carta a mi padre, que murió hace más de 20 años. Le cuento la aventura en la que estamos todos metidos. Me hace sentirme bien. Esta idea se me ha ocurrido a raíz de un encargo de France Inter, la radio pública, que me ha pedido escribir una carta para ser leída en antena. Resulta que me ha salido de un tirón. Y como he recibido un montón de respuestas, he pensado que quizás podría escribir cartas; entonces he pensado en mi padre. Creo que cuando era niña y vivía con miedo y confusa, mi padre, a pesar de ser bastante raro, era alguien que sabía escuchar.
La "carta para un guaperas» leída en France Inter es magnífica! Pero trasluce cierta culpabilidad… Y sin embargo, es usted una persona comprometida y en conexión con el mundo…
Se lo agradezco. Hay sobre todo mucha sinceridad. Cuando Augustin Trapenard me contactó para este encargo, fue a principios del confinamiento. Una hora después, salí a hacer algunas compras y me quedé petrificada. Entonces, me limité a escribir lo que vi, lo que viví y lo que sentí en ese momento. Pues lo mismo he hecho con mi padre. Efectivamente, me siento culpable por no haber podido convencer a más gente de que hay que ayudar a todas estas personas que viven en el mundo que me ha tocado vivir. No he podido convencerles y decirles: «mirad a vuestro alrededor, mirad la gente que hay en la calle y mirad las diferencias. No todo el mundo vive, ni come, ni se viste ni duerme del mismo modo». No he sido capaz de hacerlo. Entonces utilizo mi mea culpa para que la gente se pare un momento y se pregunte: «¿pero qué hemos hecho?», ya que todo es injusto.
¿Estaba trabajando sobre algún proyecto?
No. He actuado en la película de Maxime Roy, titulada The Heroics, que han propuesto para Cannes. Me ha encantado trabajar en ella. Y también he participado en la serie «Possessions», dirigida por Thomas Vincent, que se presentará en Canal+ en la próxima temporada de otoño.
Entre el 3 de abril y el 31 de mayo, tenía que haber actuado en la obra «Le Dernier Jour du jeûne», dirigida por Simon Abkarian, en el Teatro de París. ¡Pero se ha tenido que cancelar! ¿Cómo ha vivido este parón?
Muy mal, ya que es una obra que reivindico enormemente. Me encanta cómo escribe Abkarian y me encanta este grupo de actores que se ha entregado por completo al proyecto y lo defienden con uñas y dientes. No poder actuar es tremendamente frustrante. Parece que podremos actuar después del verano, pero ¿podremos realmente hacerlo? ¿Cuándo volveremos a estar frente a los espectadores? ¿Y cómo? Un actor existe cuando actúa, cuando intercambia con su público. Pero, justamente, ¡todo está parado! Todo esto me revuelve las tripas. Y eso que soy una privilegiada. Sé que hay montones de actores y actrices que viven en una situación de desasosiego tremendo.. Y sin embargo, casi no se habla de cultura. ¡Y eso que sin cultura, no se puede vivir! Sí, claro que es el momento de plantearse de nuevo ciertas cosas… pero la creatividad es algo que tiene que avanzar. Y ahora, de momento, ¡aquí no se mueve nada!
¿Cómo se imagina el periodo de después del coronavirus, del punto de vista de la cultura?
Creo que va a ser una época muy dura, en general… ¡Va a haber un montón de muertos! Muertos simbólicos… Va a ser como un campo de batalla. Algo terrible. Después de las crisis, siempre quedan fuerzas inimaginables para contar lo que pasó. Pero vamos a necesitar dinero, estructuras, infraestructuras. Y va a ser complicado ya que para los poderes públicos, la cultura no está en primera línea. Una vez más, la gente del teatro se va a tener que dejar la piel, van a tener que hacer unos sacrificios inimaginables. Vamos a actuar porque queremos actuar, porque tenemos que actuar, si no, dejamos de existir.
Al principio del confinamiento, pensé que lo que estamos viviendo podría cambiar las cosas. Ahora, estoy menos convencida.
¿Qué película de su filmografía deberíamos ver o volver a ver en estos momentos?
La Ciudad esta tranquila, Neiges du Kilimandjaro. Y Marius y Jeannette (Un amor en Marsella), de postre.
¿Con qué rimará la desescalada para usted?
Con deambular por París, o con emborracharme, como se suele hacer en los bautizos, bodas o a veces en los entierros, ya que son momentos simbólicos. ¡No lo digo por casualidad! Pero sobre todo, va a rimar con volver a ver a mis hijos en carne y hueso. ¡Estoy harta de todo lo virtual! Me he dado cuento hasta qué punto me agota. Por eso sigo necesitando el teatro. ¡Estoy harta de ver a todo el mundo sin relieve! ¡Quiero verlos en 3, 10 o hasta 25 dimensiones! Necesito a los seres vivos, la encarnación, la carne.