En esta colección de entrevistas titulada «Seguimos en contacto», cineastas, actrices y actores franceses, todos confinados estos días, han charlado con una serie de periodistas de cine extranjeros, para quienes el cine francés sigue siendo una mirada y una forma de expresión que abre horizontes.
En esta nueva entrega, UniFrance ha querido poner en contacto a Fanny Ardant con el periodista alemán Patrick Heidmann, que escribre en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, para charlar sobre el placer y la manera de ver cine…
Patrick Heidmann: Señora Ardant, le agradezco que haya tomado su tiempo para llamarme a Alemania.
Fanny Ardant: No hay de qué. Justamente, ¡en este momento dispongo de bastante tiempo! (risas)
¡Creo que nos pasa a la gran mayoría! ¿Echa de menos poder ir al cine?
Enormemente. Ver una película en DVD o en Internet no tiene nada que ver con ir al cine. Vivo en el distrito V de París, en el que hay un gran número de cines de Arte y Ensayo, así que puedo ir a ver películas del mundo entero. Veo cine de Turquía, de Corea, de todos los países. Y como no suelo leer las críticas, nunca sé de antemano lo que voy a ver. Para mi, ir al cine es como comer espaguetis. Me gustan los espaguetis desde pequeña y me gusta el cine desde pequeña.
¿Con qué frecuencia suele ir al cine en circunstancias normales?
Por lo menos, dos veces por semana.
¿Suele ir sola o acompañada?
Suelo ir sola, ¡ya que no me gusta cuando a la persona que me acompaña le ha gustado la película y a mi no! Cuando ocurre al contrario, no me molesta, o sea, cuando a mí me ha gustado la película pero a los demás no. Pero cuando salgo del cine y he aborrecido la película, y que a la persona que me acompaña le ha encantado, ¡me dan ganas de asesinarla! (risas). Así que prefiero ir sola, sobre todo en pleno día, cuando la gente razonable está trabajando. Eso le añade el placer de lo prohibido.
¿Qué prefiere ver, las películas de antes o las de ahora?
Veo de todo. Quizás veo menos el cine de Hollywood actual, pero disfruto mucho con los grandes cineastas americanos. Y no soy para nada esnob, igual puedo ir a ver una comedia superficial o un thriller, como una película de autor.
Dice que le gusta el cine desde pequeña, pero ¿cómo empezó este flechazo en su infancia?
En casa no teníamos televisión y mis padres me llevaban a menudo a la ópera o a los conciertos. Un día, mi madre me llevó a ver una película, fue El Mundo del silencio de Jacques-Yves Cousteau. Ese día descubrí el poder de las imágenes.
En la última película en la que actúa, La Belle Époque, interpreta a una mujer muy al día con la tecnología moderna, con su iPhone, su iPad, etc. ¿Sería capaz de ver una película en su téléfono móvil?
Aunque quisiera, no podría, pues tengo todavía un Blackberry (risas). Cuando estoy en casa, veo cine en una pantalla de televisión normal, no en una pantalla excepcional. Y cuando viajo, veo los DVD en el ordenador portátil, lo cual es muy cómodo porque la pantalla queda muy cerca y eso te impide distraerte. Pero con un ordenador, hay que bajar la mirada para poder ver la pantalla, mientras que en el cine, es lo contrario. ¡Mucho mejor! (risas)
Ojalá podamos volver pronto al cine…
Sí, desde luego, echo mucho de menos la sala oscura. Y ahora que tenemos que mantenernos todos a distancia, ¡por lo menos así estaremos seguros de que nadie se va a sentar justo delante nuestra! (risas).
Pueden encontrar la entrevista completa en Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ).