Bizerte, un pueblecito de provincia en Túnez.
Khorma es un joven huérfano que desentona por su pelo pelirrojo y la blancura de su piel. Vive bajo el ala del viejo Bou Khaleb, que le hace de padre. Bou Khaleb trata de transmitirle los secretos de su oficio que consiste en pregonar nuevas y rezar responsos a los muertos.
Maestro y aprendiz no tienen el mismo concepto de su oficio: el mayor piensa que cuando se está al servicio de Dios hay que aceptar lo que la gente quiera darte sin discutir el precio. Khorma, en cambio, lo ve desde otro prisma “mas comercial” y quiere fijar una tarifa por servicio prestado. Pero como quién manda es Bou Khaleb, Khorma se resigna a trabajar a la vieja usanza….
Las cosas acaban cambiando cuando Bou Khaleb, un poco sordo ya, comete un grave error: anuncia la muerte de una mujer del barrio en vez del casamiento de su hija. ¡Calamidad! Pero lo que es peor… el mal fario se ceba con el pobre pregonero ya que, tres días más tarde, esta vez de verdad, muere la pobre mujer. Todo el mundo le acusa de gafe y decide deshacerse de él y ¡rápido!
A falta de otro candidato, Hadj Khalifa, el sabio del pueblo designa a Khorma para suceder a Bou Khaleb, creyendo ingenuamente que el pobre huérfano hará lo que se le diga. Pero Khorma no piensa lo mismo. Se toma su oficio muy a pecho y decide cambiar de imagen, convertir su oficio en un verdadero negocio con la muerte. Los que viven de ello, están felices pero los vecinos se quejan amargamente de la inflación galopante de las tarifas.
Poco a poco cunde la hostilidad contra Khorma, que no se para ante nada. Hasta que llega un día en que los notables deciden vengarse. Llevan a Khorma a la playa, le desnudan y le atan a un poste con luz. Le embadurnan de miel y le abandonan sin defensa a los mosquitos que acuden en masa al olor de la rica miel y el resplandor.
De madrugada, Kamel acude a liberar a su amigo del suplicio. Pero en vez de sentirse abatido por su suerte, una vez desatado, Khorma, se pone a bailar loco de contento: los negocios no iban mal pero era demasiada responsabilidad. En cambio ahora ¡vuelve a ser libre!