La cueva de Lourdes es tocada por decenas de millones de personas que han dejado impregnada la huella de sus sueños, de sus esperanzas y de sus penas. A Lourdes llegan los frágiles, los pobres. Este templo es un refugio para los peregrinos que se desnudan en el sentido propio, cuando se meten en las piscinas, como en el literal, cuando se relacionan directa y apasionadamente con la Virgen.
Los cineastas Thierry Demaizière y Alban Teurlai han querido saber quienes son estos peregrinos, ya sean hospitalarios o enfermos, gitanos, militares o prostitutas. Ya no les queda nada más que rezar y sus vidas están agotadas por el esfuerzo.
Los directores han ido más allá de la fé, han filmado Lourdes como un gran teatro antropológico en el que acontecen historias conmovedoras.