Melting souls propone un viaje al fin del mundo. Esta ciudad-fábrica, controlada por el primer productor mundial de cobre y de níquel, se encuentra aislada del caos humano por un continente de hielo. Dentro de la ciudad, a la que solo pueden acceder los trabajadores, viven casi 180 000 personas al ritmo de los días sin luz y de las noches iluminadas, bajo temperaturas extremas y con una contaminación que vuelve el aire irrespirable. Filmando el día a día extraordinario, esta película describe el retrato poético de una ciudad imposible en la cual cada uno busca escapar, a su manera.