Raqqa se ha hecho tristemente famosa por haber sido proclamada capital del califato del Daesh.
Esta pequeña ciudad del centro de Siria sirvió de laboratorio para la constitución de un Estado islámico y de base de operaciones para la organización de atentados perpetrados en todo el mundo, especialmente en Francia y Bélgica.
La ciudad fue casi completamente arrasada por los aviones de la coalición internacional para eliminar a los combatientes del Daesh. Y los habitantes quedaron abandonados a su suerte sobre las ruinas del califato.
El trágico destino de Raqqa nos lo cuentan quienes vivieron desde dentro la barbarie de la organización terrorista y, posteriormente, la violencia de la guerra contra el Daesh.
Diez años después de la proclamación del Estado Islámico, su libertad recuperada tiene un sabor amargo. Las ideas yihadistas resurgen y el ejército de Bashar al-Ásad acecha para recuperar el control de este territorio.
La paz es frágil en Raqqa. ¿Cuánto tiempo podrá mantenerse?