Segundo día del Festival de cine francés de Japón, durante el cual han tenido lugar tres proyecciones que han llenado el Aeon Minato Minai, el cine que acoge el festival, situado en la planta superior de un gran centro comercial ubicado junto al puerto de Yokohama.
Por la mañana, los dos representantes de la joven generación de actores franceses, Finnegan Oldfield y Swann Arlaud fueron a la Universidad de Yokohama a impartir una clase magistral. El joven Finnegan explicó al público que para obtener el César al Mejor Actor Promesa tuvo que aprender a ayudar a nacer a los becerros. Los estudiantes escucharon estupefactos (el largometraje Un héroe singular no se ha estrenado todavía en Japón) y completamente seducidos por este dúo. La seducción también funcionó para Coralie Fargeat, quien impartió una clase magistral sobre el cine de terror en la Universidad de Geidai, animada por el gran Kiyoshi Kurosawa, admirador de Revenge. Este encuentro resultó muy fructífero para esta joven directora, cuya ópera prima está siendo muy bien acogida en el extranjero.
Por la tarde, Serge Toubiana fue al encuentro del público después de la proyección de Mal Genio y rememoró a Jean-Luc Godard, y cómo las relaciones entre «Les Cahiers du Cinéma» y el director mejoraron, cuando él y Serge Daney se pusieron a la cabeza de la revista, a mediados de los años 70. Por otro lado, Julie Gayet, charló sobre Agnès Varda, cineasta venerada en Japón y sobre su película Caras y lugares, que Julie ha coproducido. Y finalmente, le tocó el turno a François Ozon, quien, después de la proyección de El Amante doble, (todas sus películas se estrenan sistemáticamente en Japón), dijo ante su público : «No os acostéis nunca con vuestro psicoanalista». Asombro primero, y después risas. Ya está, ha empezado el festival.
Y para acabar el día, había organizada una visita al Ocean Princess, el barco mítico del Festival cuando éste se organizaba en Yokohama, atracado a pie de puerto, y al que subieron la delegación, los distribuidores japoneses y agentes de ventas franceses, para asistir a la puesta de sol que se alargó agradablemente hasta bien entrada la noche.