Son hermanos. Se llaman Andreï y Nina y después de diez años separados se vuelven a encontrar en el entierro de su madre. No saben qué decirse, no se atreven ni a mirarse. Entre dos extranjeros podría decirse que fluye mayor calor humano que entre ese hermano y esa hermana. Nina le pide a su hermano que no vuelva a poner un pié en la casa familiar y Andrei se lo promete. Un reencuentro que parece más bien una ruptura definitiva.
Pero Andreï acaba volviendo y, con renovada fuerza, le remonta a la superficie todo lo que vivieron juntos, amor, miedo, dolor. Vuelve a resurgir todo lo que con tanto esfuerzo habían intentado borrar de sus vidas: recuerdos, angustias, secretos… Ambos se sienten embarazados, abandonados, conscientes de que su amor es imposible, no se atreven ni siquiera a acercarse, menos aún a tocarse por miedo de que un sólo gesto baste para reavivar su mortífera pasión.
La historia se desarrolla en San Petersburgo, ciudad cristalina, ciudad de noches blancas donde el pálido sol no logra destacar del horizonte y se confunde con la luna, donde unas sombras alargadas dibujan formas en las fachadas de los edificios mientras que el agua verde reposa inmóvil en los canales.
Igor Minaiev