Una señora se pasea tranquilamente en una galería de arte. Se va parando a mirar los cuadros abstractos. Ve pasar a su alrededor otras personas, visitadores de diferentes orígenes, que intentan comprender y buscar cómo mirar los cuadros en la mirada de los demás. Estas personas, ¿ven realmente los cuadros? ¿Se ven a ellos mismos? ¿Sabrían verse a ellos mismos, sabrían escucharse? Pero a lo mejor los cuadros sí que ven a los visitantes. Este organismo vivo, el arte, representado simbólicamente por el agua, va a tocarlos y a dejarles su huella.