La Shôchiku es una de las empresas más antiguas del sector cinematográfico de Japón. Antes de comenzar a trabajar en este sector en el año 1920, producían espectáculos de kabuki desde el año 1895. Esta empresa ha producido a los grandes maestros del cine japonés, como Ozu, Kurosawa, Imamura, Kitano y Hou Hsiao-hsien entre otros. Pero es también una empresa líder en la distribución y la exhibición de cine en Japón. El cine francés les interesa muy particularmente…
UniFrance: En la Shôchiku, ustedes producen y distribuyen principalmente sus propias películas y cuentan con muy poco cine extranjero, una media de 4 largometrajes por año. Sin embargo, en el 2019, 3 de esas 4 películas son francesas: Promesa al amanecer, Sobre ruedas y Un Seductor a la francesa. ¿Cómo lo explica ?
Chiaki Omori: Nuestra política editorial actual se basa sobre todo en un cine destinado a un público femenino. Nuestro multisalas principal, el Shinjuku Piccadilly de Tokio, cuenta con un Prime Label, establecimiento que programa películas para mujeres. Mi misión consiste en encontrar películas que correspondan a esta marca, películas que contengan ideas y valores positivos, con un mínimo de potencial comercial; de hecho, rara vez son películas de arte y ensayo. Estas tres películas francesas corresponden plenamente a lo que buscamos, sobre todo porque en los tres casos, la familia y las relaciones familiares se sitúan en el centro de la trama, y presentan un punto de vista optimista sobre los lazos de familia, cosa muy importante para las películas producidas o distribuidas por nosotros. Aunque en las tres, los protagonistas son personajes masculinos y con nuestra marca queremos valorizar a la mujer, finalmente los personajes femeninos son muy fuertes, como es el caso de Mélanie Laurent, una gran sorpresa en Un Seductor a la francesa, o Charlotte Gainsbourg en el largometraje Promesa al amanecer o también Alexandra Lamy en Sobre ruedas. Nuestro marketing está dirigido de manera muy estudiada para las mujeres, ya que si obtenemos un público masculino en su mayoría, los resultados de taquilla no estarán a la altura de lo esperado. Sabemos que la comunicación funciona mejor con las mujeres, con un boca a boca positivo, y eso marca una gran diferencia.
¿Qué estrategia de distribución utilizan ustedes con estas películas y qué resultados esperan?
Primero las estrenamos en un circuito de 20 salas situadas en ciudades clave para el cine en Japón, que son Tokyo, Yokohama, Nagoya, Osaka, Kyoto, Fukuoka y Hokkaido. El circuito puede ampliarse hasta 80 salas. Pero ello va a depender de los exhibidores, incluso cuando se trata de salas de nuestra empresa. Ellos cuentan con una libertad total para la programación. Por otro lado, como también somo distribuidores, vamos a hacer todo lo posible para que las películas se queden en cartelera el mayor tiempo posible. Incluso si la segunda semana, los resultados son mejores que durante la primera, los programadores van a programar las películas a partir de la tercera semana, en salas más pequeñas o en horarios menos interesantes. Hay que señalar también que el Shinjuku Piccaddilly es uno de los multicines más importantes de Japón, no tanto por el tamaño sino por su reputación. Así que la concurrencia entre distribuidores es enorme y programar en él cine francés es muy difícil. Pero al mismo tiempo, un cine así, que programa mucho cine comercial, se puede permitir este tipo de programación, para demostrar a su público que también pueden proponer «algo distinto». Lo difícil es encontrar el equilibrio. Vamos a estrenar dentro de poco Un Seductor a la francesa, porque el año pasado estrenamos Un hombre de altura, con un Jean Dujardin dirigiendo a Laurent Tirard. La película fue todo un éxito, obtuvimos casi 50 000 espectadores, que suele ser nuestro objetivo con una película francesa.
¿Piensa usted que el público que se interesa en el cine extranjero se está haciendo viejo?
Puede ser. Pero lo que es increíble con el público joven es que se trata de un público capaz de ir a ver cualquier cosa, con tal de que esté de moda, incluso si esta moda es totalmente pasajera. A este público, inestable pero muy importante, le da completamente igual que se trate de una película extranjera o japonesa, comercial o de arte y ensayo: lo que quieren es ver algo «interesante». Si de pronto una de las películas francesas que estrenamos les parece chula, vendrán a verla. No podemos tratarlos como un blanco comercial porque son totalmente impredicibles. Tienen un montón de cosas que hacer, que ir a ver, todo o casi todo lo que la sociedad produce es para ellos. En el fondo, si hay algo en donde se les incluye, están encantados. Hace algunos meses, estrenamos The 9th Life of Louis Drax, una película americana dirigida por el cineasta francés Alexandre Aja, para un público maduro. Solo que el protagonista era un joven de 12 años, más bien atractivo. ¡De pronto, se llenaron las salas de jovencitas que venían principalmente a ver al adolescente! Este fervor repentino duró tan solo algunos días y la pasión del público desapareció tan rápido como había llegado. Lo que el público maduro puede aportar es que la película se quede más tiempo en cartelera. Y es el principal problema del cine extranjero en Japón. La diferencia entre las películas de éxito y las películas más modestas y más difíciles de distribuir, es cada vez mayor. Y no es un fenómeno local, sino universal. A pesar de todo, pensamos que el cine francés se las arregla bien. Por ejemplo, hace dos años estrenamos una película holandesa, ¡nos dimos cuenta de que no había un mercado para el cine holandés! Mientras que con el cine y la cultura francesas, seguimos manteniendo una fidelidad en Japón. Nunca dejaremos de comprar cine francés. El mercado de cine francés de Tokio es un lugar imprescindible para nosotros, para ayudarnos a seguir estrenando cine francés en nuestro país.