Este 14 de enero del 2022 nos ha llegado la noticia del fallecimiento de Jean-Jacques Beineix, provocado por una larga enfermedad. Beineix ha sido el cineasta francés estrella de los años 80, por su cine innovador, intensamente visual e icónico, y cuyo puñado de películas, realizadas en a penas 20 años, han viajado por el mundo entero.
Jean-Jacques Beineix empieza como director, tras largos años de ayudante de dirección, dirigiendo, contra viento y marea, un primer largometraje que se estrena en el 1981 en tan solo algunos cines, pero que crea tal sorpresa entre el público, que permanecerá en cartelera varios meses: La Diva nace al mismo tiempo que la década de los 80 y Jean-Jacques Beineix consigue aportar con esta ópera prima de una increíble originalidad visual, un nuevo soplo de aire fresco al cine francés.
La Diva, galardonada con el César a la Mejor ópera prima, entre otros premios, goza de una magnífica carrera en la escena internacional. Pero el apogeo del cineasta a nivel mundial llega con Betty Blue (37.2 le matin), que revela a una desconocida Béatrice Dalle, en una película de una gran sensualidad, con una magnífica fotografía de Jean-François Robin, compañero de ruta del cineasta en otras 3 películas, casi igual que el director de fotografía Philippe Rousselot, y por la música de Gabriel Yared.
La crítica no ha sido siempre indulgente con Jean-Jacques Beineix, pero el cineasta ya había conseguido, sobre todo con estas dos películas, un gran reconocimiento entre el público, sobre todo a nivel internacional, donde sus películas siempre han sido esperadas y han sido programadas a menudo en los cines.
Beineix siempre ha militado dentro de la ARP por la defensa de los derechos de los directores y productores y también ha acompañado durante largo tiempo sus películas en el extranjero, a través de Unifrance. La manera en que su cine era recibido, especialmente en Japón, le llevó a impulsar la creación de un festival de cine francés en este país, que más tardé se concretizó en el Festival de cine francés de Yokohama, en Yokohama, en el 1993. También aprovechaba las retrospectivas que algunos países le dedicaban, para subrayar la importancia de los derechos de autor y para tratar de influir en los poderes públicos para defender el cine del país.
A comienzos de los años 2000, Beineix dejó de trabajar para el cine, aunque dirigió varios documentales, pero no logró concretizar nuevos proyectos cinematográficos. No por ello ha dejado de ser un personaje singular para el cine francés, dejando como herencia cierta visión del cine, en el que el color, el marco, el ambiente y la naturaleza fulgurante de algunos planos han aportado a su cine un tipo de absolutismo. No podemos olvidar los decorados que Hilton McConnico concibió para La Luna bajo el asfalto, los latigazos de Isabelle Pasco en Entre salvajes, o a Yves Montand hundiéndose lentamente en un estanque, en IP5 : l'île aux pachydermes.
Jean-Jacques Beineix publicó sus memorias en el 2006, publicadas por Fayard y tituladas «Les Chantiers de la gloire».