Désiré Loncle lo tiene todo para ser feliz: una preciosa rubia en su vida, una prosa satírica temible y un trabajo de crítico de cine. Y por cierto, su perro se llama Brad Pitt.
Todo eso está muy bien hasta que la tarde del 13 de julio la rubia le deja plantado sin más explicaciones.
Lo cual mina al cuarentón y acaba con el crítico mundano.