En el día de su boda, el padre de David, de ochenta y dos años, físicamente enfermo y con símbolos de demencia senil, le pide a éste ayuda para estar con una mujer. David, que no entiende el deseo incongruente del padre, y que se resiste a traicionar a su madre, no le hace caso, aunque después comienza a dudar. David nunca tuvo con su padre, Robert, el afecto ni la complicidad que él hubiera deseado. ¿Y si éste fuera el momento para renovar el diálogo entre padre e hijo, que tanta falta le ha hecho? David se lleva a su padre a dar un paseo. Van a buscar juntos una prostituta para su anciano padre.