Joël y Régis son hermanastros: lo único que les une es un padre al que apenas conocen.
Joël, poco espabilado, se encuentra en paro. Francia, país racista, en su opinión, es la causa de todos sus males y el ser negro la excusa a la que siempre recurre para ni buscar trabajo ni pagar el billete del autobus.
Régis, en cambio, está totalmente integrado. Tanto es así que reniega de su mitad de raza negra y se suflura si alguien se refiere a sus orígenes. Como él dice, la delincuencia y la inmigración avanzan parejas.
Cuando acuden a las Antillas a despedirse de su padre en su lecho de muerte, reciben como única herencia el acto de puesta en libertad de sus antepasados esclavos, documento que se transmite de generación en generación y que ellos, sin menor aprecio a su valor simbólico, rompen.
Pero una anciana y misteriosa tía que les observaba desde su llegada a las Antillas, decidida a castigarles por ese gesto, les hace remontar en el tiempo hasta la época de la esclavitud. Catapultados en 1780, los dos hermanos acabarán siendo vendidos como esclavos y no tendrán más remedio que unirse no sólo para evadirse de la plantación sino para ver cómo se las arreglan para volver a su tiempo, al siglo XXI.