El destino no es una fatalidad. Karim y Dylan, dos jóvenes de 24 años, holgazanes profesionales que han crecido en una variopinta y animada barriada, van a comprobarlo pronto. Condenados a dos meses de Trabajos para la Comunidad en un centro de invidentes, van a descubrir que los minusválidos no son lo que piensa la mayoría. Algunos de éstos preparan la selectividad, mientras que otros no tienen ni siquiera un título de formación profesional. Nunca es tarde para empezar. Por los bellos ojos de una señora que se enfrenta a la vida con valor, Karim y Dylan van a formar un equipo de fútbol con jugadores ciegos y van a preparlos para un partido de fútbol invidente que les ayudará financieramente. Pero para ganar en el terreno, primero hay que superarse a sí mismo y a su propio pasado; hay que aprender de los demás y transmitir lo que sabemos, salvar la distancia que separa a estos dos mundos que se creen tan distintos y demostrar con el ejemplo que lo único que separa de verdad a las personas son los prejuicios.