Elegido presidente de Filipinas en junio del 2016, Rodrigo Duterte, fiel a su promesa de campaña, pone inmediatamente en marcha una maquinaria de ejecución masiva contra drogadictos, traficantes y otros malhechores de poca monta de Manila. En menos de dos años, 20.000 hombres, mujeres y niños han sido asesinados.
Desde el principio he querido documentar la realidad de estas noches húmedas y asesinas recorriendo mi ciudad natal. He conocido a familias enteras conmovidas. De este infierno surgen la figura de un niño que busca a su madre y la de un hombre de Dios que intenta actuar.