Michel Bouquet acaba de fallecer, tenía 96 años. ¡Qué increíble vida de actor, qué increíble vida de comediante! Sin duda, una de las más hermosas que ha habido en Francia.
Debutó, después de la guerra, en películas a menudo olvidadas. Sin razón. Dirigido por Henri-Georges Clouzot en Manon (1949), por Jean Grémillon en la magnífica Pattes Blanches el mismo año, más tarde por Sacha Guitry en Si Versalles pudiera hablar (1954), trabajando sin descanso para la televisión en telefilmes (por ejemplo "La caméra explore le temps", entre 1958 y 1963), en cortometrajes, etc. Y por supuesto, actuando también en el teatro. Una carrera normal y casi sin glamour.
Y después llegó Claude Chabrol, proponiéndole papeles en las películas que no son, sin embargo, las mejores de este director: El Tigre se perfuma con dinamita (1965), La Ruta de Corinto (1967), y después, una obra maestra: La Mujer infiel, con Stéphane Audran y Maurice Ronet (1969), La Ruptura (1970), y esta película poco conocida, pero enorme, que es Al anochecer, con la misma Stéphane Audran y François Périer (1971). En ella, Bouquet interpretaba al marido y François Périer al amante, ambos enamorados de la misma mujer, la sublime Stéphane Audran; la escena en la que los dos amigos se explican, cuando uno le cuenta al otro que ha matado a su mujer, es inolvidable. Como si Chabrol y Bouquet hubieran firmado un pacto secreto, el primero queriendo lavar su imagen, tras algunos fracasos comerciales de películas en realidad geniales, y obligado a dirigir bodrios, y el segundo, para aventurarse por fin en un cine más moderno y osado. Chabrol y Bouquet coincidirán algunos años más tarde, en Pollo al vinagre (1985).
De Chabrol a Truffaut, el paso se hizo naturalmente. Dos películas: La Novia vestía de negro, en la que un genial Bouquet observa cómo baila Jeanne Moreau, con los ojos incrédulos de aquél que, antes de morir envenenado, sigue sin creerse que está delante de esta diosa mortífera; después vino La Sirena del Mississipi, en la que interpreta al comisario Comolli, empeñado en perseguir a la bella, mentirosa y ladrona Marion (Catherine Deneuve), que se hace pasar por otra para casarse con el inocente Louis Mahé (Jean-Paul Belmondo), ) y quedarse con los cuartos. También hay que nombrar a Yves Boisset, con quien Michel Bouquet recorrió un buen trecho: Un condé, dirigida en 1970 y El Atentado (1972). Sin olvidar a otros cineastas importantes que igualmente lo solicitaron, desde Henri Verneuil a Robert Guédiguian, pasando por Anne Fontaine, Bertrand Blier, Pierre Zucca, Robert Hossein, Catherine Binet, Jacques Deray, Gilles Bourdos, André Cayatte, Jaco Van Dormael, Alain Corneau, José Giovanni, Bernard Stora, y tantos otros.
La carrera de Michel Bouquet ha sido extraordinaria, muy ecléctica, gracias a su talento, con una longevidad impresionante que abarca más de setenta años, y marcada por la alternancia entre el cine y el teatro, sin olvidar la televisión y los cortometrajes. Ello supuso por su parte tener una inmensa humildad. Fue el claro ejemplo de que el talento y la humildad pueden llevarse de maravilla. Bouquet venía de un cine antiguo, el de la posguerra, y tuvo la suerte de que la Nouvelle Vague se cruzara en su camino, lo que no solo contribuyó a reactivar su carrera, sino que además se convirtiera en un actor «moderno» y secreto, siempre disponible, a veces taciturno, ocultando cualquier resto de psicología propia para ponerse al servicio de los papeles que le ofrecían. Su grandeza venía de su capacidad para ocultar los sentimientos, para actuar «hacia adentro» y de manera «neutra». Me gustaba mucho su manera de andar, con los brazos colgando, el cuerpo ligeramente inclinado, como una persona normal y corriente. Convertía esta manera de ser banal en un misterio. Su vida era actuar, le encantaba, estar siempre al servicio de los demás, interpretando los papeles que le proponían. Tanto en el teatro, donde realizó una inmensa carrera que empezó en 1944 y acabó en el 2017, como en el cine. Interpretó de todo, de Molière a Albert Camus, Thomas Bernhard, Jean Anouilh, de Gogol a Shakespeare, pasando por Ionesco y Pinter, Beckett y Strindberg, y dirigido por Claude Régy, Roger Planchon, Jean Vilar, por citar solo a algunos. Actuando con excelencia. Sí, una increíble vida de actor y de comediante. Todo un homenaje.
Serge Toubiana