Bernard y Adrien, socios en un gabinete de arquitectura, tienen formas de vida tan opuestas que aparentemente ninguna rivalidad conseguiría empañar la complicidad que les une.
La vida de Bernard sigue el ritmo de las alegrías y responsabilidades de una vida familiar modélica; la de Adrien, se improvisa día a día con una cierta desorganización atractiva.
El armonioso entendimiento de esos dos hombres, se pone a prueba el día en que, obligado a acudir a la cena mensual de su club, Adrien no puede asistir al cumpleaños de los 40 años de su amigo.
Molesto sin saber muy bien cómo ni por qué, Bernard se dedica a recabar más información sobre ese club, cuya existencia ignoraba y que cuadra tan mal con la imagen que se había hecho de Adrien. Cuanto más se empeña Bernard en descifrar el intrascendente misterio de este club, más huidizo se vuelve Adrien, irritado por la improcedente actitud de su amigo. Y cuanto más se escabulle Adrien, más se empecina Bernard, y más se abre la herida.
Afligido por sentirse excluído del mundo de Adrien que repentinamente tanto le atrae, la curiosidad de Bernard se convierte en idea fija; fuera de su obsesión, ya nada le importa: ¿qué le falta para poder ser socio del club de su amigo?
¿Qué es lo que me falta?