Los gobernantes se disponen a "revalorizar" el trabajo con la energía de un moribundo. A la fuerza, si es preciso. Pero la población en activo se percata cada vez más de que para valorar se empieza por prescindir de él, deshaciéndose de paso de los patrones de consumo que sustenta. Ni fácil ni tranquilo. Panorama de una deserción abocada a la entente.