Michel, de sesenta años, vive solo en la portería de una fábrica cerrada desde hace diez años. Allí trabajó toda la vida y allí concoció a su mujer, Amélie, fallecida hace dos años. La vida de Michel transcurre con monotonía: la ronda cotidiana, el vino blanco en donde Raymond. Paralelamente rememora: el trabajo de la fábrica y el recuerdo más y más presente de Amélie.