Una niña que le tiene miedo a todo, se desplaza hacia atrás. Incluso en su cuarto, la niña le tiene miedo a sus pensamientos más íntimos. La niña retrocede poco a poco con cada nuevo miedo, hasta que se queda arrinconada, aterrorizada, sollozando. En el mundo exterior, la niña tiene que afrontar las consecuencias prácticas de su minusvalía, que le obliga a practicar un cierto tipo de gimnasia, así como las consecuencias emocionales que le impiden acercarse a los demás. Pero al final va a descubrir las ganas de intentarlo.