Al encantador pequeño puerto de Port-Vendres, en el que trabajan 280 empleados municipales, ha llegado un rumor preocupante: el alcalde, con ayuda de su jefe de gabinete, alto funcionario de París, han tenido la terrible idea de reducir los efectivos del ayuntamiento. La revuelta ha empezado, el único y mayoritario sindicato se ha movilizado. El secretario nacional se ha presentado en persona para organizar la consulta. Bajo propuesta de éste, se ha tomado una decisión histórica: los empleados del ayuntamiento harán una huelga de celo.