Teherán, no como una gran metrópolis situada al pie de un volcán sino como un personaje. Teherán no como habitado sino como habitante, en movimiento, cambiante de aspecto, de humor y de cuerpo. Teherán, extraño, familiar, agreste y acogedor. Teherán, penetrado sin llamar a su puerta. Teherán barrido en un instante por un mirada inquisidora, como una flecha que parte al azar, como una hoja levantada por el viento. Téhéran, su bullicio diurno y su secreto nocturno. Teherán visto como nunca hasta la fecha…