Un bonito día de verano, una terraza, un jardín. Un hombre y una mujer aparecen sentados, bajo los árboles, mientras sopla una suave brisa. A lo lejos, en la amplia llanura, se divisan los contornos de París.
Un diálogo se instala entre el hombre y la mujer, son preguntas y respuestas. Charlan sobre sus experiencias sexuales, la infancia, los recuerdos, sobre la esencia del verano y sobre lo que distingue a los hombres de las mujeres, sobre el punto de vista femenino y la percepción masculina.
Detrás de ellos, en la casa que da a la terraza está el escritor, imaginándose este diálogo mientras escribe a máquina. ¿O es al contrario? ¿No son más bien los dos personajes, afuera, quienes le cuentan lo que éste escribe en el papel?: el último y gran diálogo entre un hombre y una mujer.