One Thousand and One Attempts to Be an Ocean responde ante todo a un ritmo, a una resonancia hipnótica que extrae las imágenes de su contenido para convertirlas en sensaciones y energía. Está formada por micro-sucesos que pertenecen a la categoría de los llamados satisfying video y que abundan por internet. Sin principio ni fin, el relato abstracto se desarrolla a modo de préstamo, haciendo referencia tanto al trance como a la música minimalista. Las imágenes representan hasta el agotamiento este deseo de una ola sin fondo, la expresión de un sentimiento oceánico artificial, mezclado con la inexorable entropía de nuestras sociedades de la información.