Se le quiera o se le odie, padre no hay más que uno. Por lo que más vale quererlo u odiarlo mientras viva. Luego es demasiado tarde »
Léo lo ha intentado todo para que David y Max, sus dos hijos ya mayores, hagan las paces. Llegó hasta invitarles a celebrar sus 70 años sin decirles que les invitaba a los dos a la vez. Pero todo le ha salido peor que mal. Qué lejos estamos de los tiempos en que entre familia siempre había algún arreglo ! medita… Y acaba dejándolo por imposible.
Léo ha sido viajante de comercio, siempre de viaje. Tiene la impresión de haber criado a sus tres hijos con espíritu familiar y se siente injustamente retribuído de su esfuerzo. Y bien sabe Dios el esfuerzo que hizo falta para educarlos, el sólo, tras la muerte de su mujer…! ¿Acaso sería excesivo egoïsmo por su parte pedir un poco de afecto, por no decir gratitud, a sus hijos?
Así parece… A juzgar por su actitud !... Con David, casi hay que pedirle una cita para verle tres minutos… No hay duda de que dirigir una empresa lleva mucho tiempo pero no todos los empresarios maltratan de ese modo a su familia… Y Max, que está en paro desde que dimitió… El sí que tiene tiempo pero prefiere pasarlo con su mujer… y no deja de tener sus muermos… Por lo que respecta a Simon, con su interminable adolescencia, vive en la luna mucho antes aún de que surgiera esta historia…
Léo ya no sabe qué hacer para recuperar a sus hijos cuando el destino le echa una mano. Le da un pequeño ataque, sin importancia, como los que puede tener una persona de 70 años… pero como tiene la suerte de tener un hermano médico, éste prefiere tenerlo en observación en el hospital. Y ahí empieza a recibir la visita de sus hijos, cada uno por su lado, claro, pero vienen. ¡Después de todo, caer enfermo tiene sus ventajas! Léo se percata de pronto de lo que le conviene hacer. Se inventa una operación ni poco grave, ni muy grave, lo justo… con 50% de posibilidades de salir con vida. Pero antes de operarse, tres semanas después, le queda tiempo para llevarse a sus hijos de viaje y disfrutar de su compañía, por última vez, ¡quién sabe!
Qué hijo puede negarse al capricho de un padre a quien quizás no le queda mucho tiempo de vida y que sólo exige una semana… ¿de tranquilidad ? Ninguno !? Y así es como salen todos juntos de viaje a Canadá.