Es la historia de unos cuantos hombres influyentes y de la guerra que se libran entre sí. La historia de unos príncipes modernos que saldan sus cuentas a golpe de stocks-exchange, enjuagues financieros y OPAS.
Es la historia de un hijo implicado hasta el cuello en un duelo financiero que enfrenta a dos hombres de negocios – un heredero y dos reyes – a los que se les han unido un chambelán, un bufón y un patán.
Jurrieu, padre adoptivo de Léonard, dirige un grupo industrial dedicado al armamento que hace mucho que interesa a Hammer, director de una gran cadena internacional de distribución. Léonard, ansioso de poder probar su valía ya que su padre tarda en delegarle gran responsbilidad, se convierte en instrumento al servicio de la estratagema urdida por Hammer. Léonard cae en la trampa pero el desenlace supera las previsiones de todos. Antes que ceder la empresa familiar al rival de su padre, Léonard está dispuesto a acabar con su vida. En semejante situación extrema, descubre que se siente hijo al sentirse hombre.
Se trata pues, como en Hamlet, de un joven príncipe que decide cambiar de vida. Una sórdida historia de herencia. Un príncipe encerrado en Elseneur, paralizado – a saber por qué – siempre a punto de actuar y condenado a la inacción.
Un hombre demasiado joven encerrado en un mundo de viejos.
Está sacado de una obra del más shakesperiano de los autores ingleses contemporáneos Edward Bond. Escudriña los entresijos del poder y, asombrosamente, lleva la impronta del cine americano de los años 70, de esos hombres enteramente dedicados a desafiar el poder : Los hombres del Presidente, French Connection, Network, Marathon Man… con tal de desenmascarar al culpable.
Eso es precisamente lo que pretende poner de relieve esta adaptación : el encuentro entre el teatro y el thriller, de manera que éste último cumpla plenamente su función liberadora. Al final no hay ningún culpable : se trata de esos hombres que actúan a hurtadillas y hacen del mundo una jungla. La película no los juzga. Son los reyes de hoy, nobles y feroces.
Sus pasiones, ilustran nuestras vida lo mismo que la pantalla nos devuelve ese mundo que se aleja de nosotros.