Bertrand, abogado penalista. Brillante, mediático, voluble, cultivado, cerebral, complicado y algo cobarde. Le gustan las mujeres pero más que nada para charlar. Recién llegado a Mónaco a defender a una asesina de setenta años.
Christophe, agente de seguridad encargado de la protección personal de Bertrand. Franco. Directo. Taciturno. Deportista. Escolaridad interrumpida a los 12 años. Le gustan las mujeres para todo menos para charlar. Admira en los demás la cultura y el dominio del lenguaje que le faltan.
Audrey, presentadora del tiempo en un canal de difusión por cable de Mónaco. Trepa. Caradura. Sexi. Indómita. Sin intención de pasarse la vida recitando el parte metereológico. Capta con dificultad el sentido de ciertas palabras como «límites», «tabús», y «escrúpulos».
Más les habría valido, a los tres, no conocerse...