William Lamers, 40 años, anónimo criminal condenado a muerte por asesinato, se dispone a ser ejecutado. Los preparativos se llevan a cabo en la indiferencia más completa, ni la familia del condenado ni la de las víctimas se ha personado para asistir al acto. Sólo ha llegado a asistir al “espectáculo” un periodista de un oscuro tabloide.
Y, sin embargo, lo que no tenía por qué ser más que una formalidad se convierte al poco tiempo en un auténtico quebradero de cabeza para el director de la prisión Karl Raven. Y es que cuando se le pregunta a William si quiere cumplir algún deseo antes de morir, éste se lanza a hacer un increíble y conmovedor relato de lo que ha sido su vida. Raven se impacienta y llama al Gobernador Brodeck a que le autorice a proceder a la ejecución. Pero como la ley no concreta para nada el tiempo que debe otorgarse a las últimas declaraciones y que el Gobernador Stieg Brodeck se encuentra muy bajo en los sondeos a un mes de las elecciones, decide dejarle a William el tiempo que necesite para terminar su relato.
Es más, se le propone incluso un trato un tanto extraño. Hablar para no morir. A semajanza de Sheherazade que todas las noches cuenta un cuento al Sultán, William se convierte en el « Dead Man Talking », el muerto parlante, elemento central de una asombrosa campaña electoral llena de peripecias.
Por fin, William, el anónimo, el « never has been » el inexsitente, William el oscuro, va a salir a la luz. La redención de William conmueve a todos los que le escuchan y rodean…