Sinopsis
François, un joven estudiante que trabaja de noche, descubre que su novia, Anne, se está viendo con otro hombre. A partir de ese momento François empezará a seguir al "supuesto" amante, un aviador al que descubrirá con otra mujer. Durante su espionaje François conocerá a una joven que le ayudará a encontrar una explicación a esta confusa situación.
Créditos
Director (1)
Actores (11)
Producción y distribuición (3)
- Productoras delegadas : Les Films du Losange, Compagnie Éric Rohmer
- Exportación/Venta internacional : Les Films du Losange
- Distribución en Francia : Gaumont
Elenco detalladado (10)
- Guionista : Éric Rohmer
- Director de fotografía/imágen : Bernard Lutic
- Autores de la música : Éric Rohmer, Jean-Louis Valero
- Montadora : Cécile Decugis
- Ingeniero de sonido : Georges Prat
- Productora : Margaret Menegoz
- Asistente de sonido : Gérard Lecas
- Camarógrafo : Romain Winding
- Director de producción : Hervé Grandsart
- Mezclador : Dominique Hennequin
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Detalles técnicos
- Tipo : Largometraje
- Géneros : Ficción
- Subgéneros : Comedia dramática
- Temas : Amor
- Idioma de rodaje : Francés
- País coproductor : Francia
- EOF : Si
- Nacionalidad : 100% francesa (Francia)
- Año de producción : 1981
- Estreno en Francia : 04/03/1981
- Duración : 1 h 34 m
- Situación actual : Estrenada
- Visa número : 53033
- Visa emitida el : 04/03/1981
- Autorización : Sí
- Formatos de producción : 16 mm
- Tipo de color(es) : Color
- Cuadro : 1,33
- Formato sonido : Mono
- prohibición : Ninguna
Taquilla y estrenos
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Critica
Primera entrega de la serie de seis films “Comedias y proverbios”, del realizador Éric Rohmer. El guión, original del propio Rohmer, adapta el relato “Es mejor no pensar en nada”, escrito por él en 1946. Se rueda en escenarios reales (interiores y exteriores) de Paris, con un presupuesto ajustado. Producido por Margaret Ménégoz para Les Films du Losange, se estrena el 4-III-1981 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en Paris a lo largo de una jornada de 12 horas que comienza algo antes de las 7 de la mañana y concluye algo después de las 7 de la tarde, de un día de septiembre de 1980. François (Marlaud), auxiliar de Correos, de 20 años, asignado al turno de noche, acaba de pasar unos días de vacaciones con Anne (Rivière), de 25 años, administrativa de una empresa comercial. Mientras sigue a Christian (Carrière), auxiliar de vuelo, amigo de Anne, se encuentra con Lucie (Meury), de 15 años, que le ayuda a investigar los movimientos aparentemente misteriosos de aquél. François es indeciso, impetuoso y está muy interesado en seguir su relación con Anne. Ésta, veleidosa y voluble, trata de encontrar el equilibrio entre independencia y soledad, no está interesada en François y se siente herida y alterada por la visita que ha recibido a primera hora de su antiguo amante, Christian, con el que ha mantenido relaciones íntimas durante los últimos 3 años. Lucie es simpática, abierta, graciosa y encantadora.
El film desarrolla un drama romántico que explora las aspiraciones, deseos, frustraciones, ilusiones, satisfacciones y esperanzas que se cruzan en tono al amor. Explora también las dificultades de la vida en pareja y de la vida cotidiana (encontrar un lampista). Con su estilo realista y clasicista inconfundible, Rohmer focaliza la atención en lo sencilla que es la realidad y en lo mucho que los personajes la complican y embarullan. La objetividad de la mirada de Rohmer se descompone en el film a través de las visiones parciales y las especulaciones subjetivas de cada uno de los protagonistas (François, Anne y Lucie). El film superpone la visión más amplia del espectador con la agitación que mueve a los actores en orden a completar su corta información mediante el uso de suposiciones e hipótesis supuestamente verosímiles. La descomposición del relato en una suma de percepciones subjetivas diferentes y en ocasiones contrapuestas, el interés humano asociado a su observación y análisis, la revelación a través de estos análisis de los deseos e inquietudes de los protagonistas y la belleza que se puede crear mediante su contemplación, aportan probablemente pistas relevantes sobre la concepción de Rohmer sobre lo que es el cine y el arte en general. De ahí el interés de la obra y su trascendencia dentro de la filmografía del realizador. No es el film más intenso y conmovedor de Rohmer, pero es uno de sus trabajos más significativos.
La narración prescinde de la figura del narrador presente en la etapa anterior (los cuentos morales). El espectador se siente más próximo a los personajes y a su mundo de intereses, relaciones, interrelaciones, confusiones, secretos, rechazos y amores. Entre el espectador y el desarrollo de los hechos media una cámara que se esfuerza en pasar desapercibida. El espectador deviene un observador próximo a la acción, que se siente partícipe potencial de la misma. El estilo es claro y transparente. Su apariencia de naturalidad es fruto de una elaboración minuciosa.
El amor que Rohmer siente por Paris queda de manifiesto en la elevación de su paisaje urbano a la categoría de espacio mítico, idealizado, equivalente a la Utopía de Moro, al Edén del Viejo Testamento o a los Campos Elíseos de la mitología griega.
El interés de Rohmer por la palabra y más aún por el lenguaje se pone de manifiesto a través de unos diálogos elaborados con precisión, contundencia e ingenio y a través de una narración que delata la existencia de un texto escrito previo bien construido, acabado con esmero y tratado con devoción de poeta.
La pasión de Rohmer por la pintura se hace evidente a través de la presencia en el estudio de Anne, entre la puerta de acceso y la contigua, de la reproducción de un cuadro de sencillez picasiana, abstracto, estilizado, poético y dramático, de un autor que no he podido identificar. Contiene la representación de un sol franco, una nube, un girasol de tallo completo (hasta la superficie de la tierra) y una palmera. La observación de la obra permite descubrir en ella una zona de luz y calor enfrentada a otra de sombras frías. En una se ubica, de cara al espectador, la representación de una muchacha joven (el girasol) y en la otra, un muchacho (la palmera) que mira de frente a la chica. Los dos enamorados se ven sometidos a la volatilidad del tiempo, las variaciones atmosféricas y la dureza de la intemperie.
El proverbio que acompaña al film inaugural de la serie se reduce a una expresión proverbial: “Es mejor no pensar en nada”. Completada con el adverbio temporal a veces quedaría así: “A veces es mejor no pensar en nada”, que daría el justo significado buscado por el realizador. Rohmer, hombre de formación y convicciones clásicas, no duda en ningún momento de la capacidad de la razón y la validez del método científico.
La banda sonora, de Jean-Louis Valero, aporta una canción de cierre, “Paris, m’a séduit”, que interpretan Arielle Dombasle (voz) y el propio Valero (acompañamiento instrumental). La fotografía de Bernard Lutic (“El amigo de mi amiga”, 1987), en color, ofrece espléndidos y largos planos secuencia, que acompaña de encuadres que observan al que escucha más que al que habla
© Miquel
Source : filmaffinity.com