En Bélgica, en la localidad de Lavaux-Sainte-Anne, nació una pequeña comunidad hace unos treinta años, bajo la iniciativa del hermano Marc. Con una simplicidad asombrosa, estos jóvenes religiosos atraen, cada año, a miles de peregrinos. Siguiendo los pasos de san Francisco de Asís, viven del trabajo de sus manos, del rezo y proponen a los vistantes conocer el evangelio. Todo un arte de vida nace de esta comunidad fraternal.