Era lógico que Jean Renoir, con la herencia genética que le lega su padre, el pintor Pierre-Auguste, estuviera dotado de un sentido estético extraordinario. Tras redactar un primer guión para la película de Albert Dieudonne, "Una vida sin felicidad" ("Une vie sans joie"), realiza su ópera prima en 1924 titulada "La hija del agua" ("La Fille de l'eau"). En esta película también ejerce de productor y decorador. "Un aire de charlestón" ("Sur un air de charleston", 1927) y, posteriormente, "La pequeña cerillera" ("La Petite Marchande d'allumettes", 1928), le permiten experimentar un estilo absolutamente moderno, directamente relacionado con los felices años 20.

Explora el realismo con "Toni" (1934). Cuando entra en contacto con el grupo "Octubre", conoce a Jacques Prévert y a Jacques Brunius, con los que más tarde trabajará en la adaptación de "Una salida al campo" ("Une partie de Campagne") de Guy de Maupassant, que quedará inconclusa durante 10 años. Con películas como "El crimen de M. Lange" ("Le Crime de M. Lange"), "La vida es nuestra" ("La Vie est à nous") o "Los bajos fondos" ("Les Bas-Fonds") (1936), su obra adquiere un mayor compromiso social.

Las obras maestras tardan poco en llegar. "La gran ilusión" ("La Grande illusion", 1937) obtiene un gran éxito, y "La regla del juego" ("La Règle du jeu", 1939) se convierte, por su parte, en una de las películas más importantes de la historia del cine por la riqueza de su puesta en escena. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, el director se exilia a los Estados Unidos. Durante este tortuoso periodo, realiza cuatro películas sobre la guerra como "Vivir libre" ("Vivre libre") con Charles Laughton, "Hola, Francia" ("Salut à la France"), así como el drama "La mujer en la playa" ("La Femme sur la plage") con Joan Benett en el papel protagonista.
De vuelta a Francia, nace el color. Se sirve de esta técnica con maestría en la comedia musical "French Cancan" (1955), en la que Jean Gabin y Françoise Arnoul interpretan los papeles protagonistas. Renoir se interesa, cada vez más, por el aspecto teatral de sus películas. El entusiasmo del público ya no es tan abrumador. En 1962, realiza su última película "El cabo atrapado" ("Le Caporal épinglé") con Jean-Pierre Cassel y Claude Brasseur.